En los últimos años, el mundo de la moda ha sido testigo de una transformación significativa en los ideales del lujo, especialmente en el ámbito masculino. Durante mucho tiempo, los diseños de lujo estuvieron dominados por una estética urbana y transgresora, promovida por marcas como Balenciaga bajo la dirección de Demna Gvasalia. Sin embargo, con el cambio de dirección en algunas de las principales casas de moda, como el debut de Jonathan Anderson en Dior, parece que el lujo ha dado un giro hacia una estética más reposada, tranquila y con una fuerte influencia del pasado, evocando la idea de «dinero viejo» a través de tonos suaves y colores pastel.
En el mes de junio, se hizo claramente visible el inicio de un nuevo ciclo cuando dos eventos significativos en el ámbito de la moda masculina ocurrieron simultáneamente. Por una parte, la despedida de Demna Gvasalia de Balenciaga señaló el cierre de una era caracterizada por la rebeldía y el estilo urbano. Por otra parte, Jonathan Anderson reveló su colección inaugural para Dior, marcando un regreso a la elegancia clásica que refleja una visión más calmada y refinada del lujo. Ambos sucesos simbolizan el cambio en las concepciones del lujo contemporáneo y la forma en que los hombres eligen su vestimenta para expresar su posición social.
El adiós de Gvasalia: la moda «urbana» que definió un periodo de diez años
Demna Gvasalia, quien estuvo al frente de Balenciaga por diez años, reinventó significativamente la firma. Implementó el streetwear como la nueva norma del lujo y desdibujó las fronteras entre la alta costura y la moda de calle. Con un enfoque que incorporaba lo «oscuro», lo «nocturno» y lo «underground», Gvasalia hizo famosa una estética centrada en la exageración de volúmenes, ropa de gran tamaño y colores oscuros, con el negro como uno de los tonos principales.
Bajo su liderazgo, Balenciaga hizo del streetwear algo codiciado en el mundo del lujo, llevando la moda casual a las pasarelas de alta costura. Las colaboraciones con marcas de consumo masivo y la presencia de sus diseños en la cultura pop marcaron el comienzo de una nueva era en la que las fronteras entre lo alto y lo bajo se difuminaron. Sin embargo, como suele suceder con las tendencias más extremas, la visión de Gvasalia, aunque revolucionaria en su momento, ha comenzado a sentir el desgaste del tiempo.
Jonathan Anderson: la vuelta al estilo clásico y elegante
Con la incorporación de Jonathan Anderson en Dior, la firma adopta un enfoque más moderado y tradicional, caracterizado por el retorno de tonos suaves, detalles sofisticados y una simplicidad elegante. En su presentación inicial, Anderson mostró una colección que reinterpretó emblemas de la marca, como la Bar Jacket, fusionándolos con pantalones cargo de gran tamaño, e incorporó elementos culturales como bolsos inspirados en cubiertas de libros clásicos. La propuesta de Anderson, aunque contemporánea, refleja la esencia de un lujo sin excesos, fundamentado en la serenidad y la calma, y no en el deseo de romper con lo establecido.
Lo que Anderson presenta es un lujo que es accesible y que la gente anhela. Se aparta del lujo discreto, que ahora parece menos pertinente, y elige una concepción más cercana del lujo: una interpretación del lujo que no depende de las grandes celebraciones, sino que se encuentra en las pequeñas cosas del día a día. De acuerdo con Águeda Amiano, directora de la agencia Pelonio Comunicación, el mensaje de Anderson es claro: “El lujo verdadero es levantarse a las diez y media de la mañana, ducharse, sentirse renovado y disfrutar del desayuno con todo el día por delante”. De este modo, el lujo deja de ser un acontecimiento para transformarse en un modo de vivir.
Un giro histórico: el reciente lujo en colores pastel
Este cambio hacia una estética más serena y moderada no es accidental. En un entorno donde las exageraciones y la búsqueda de lo provocador han prevalecido durante años, el regreso a un tipo de lujo más simple y refinado refleja un cambio en las expectativas de los consumidores. Ya no se trata de mostrar logotipos o de adherirse a las tendencias extremas de la «logomanía» o el lujo ostentoso. Ahora, el lujo moderno se basa en la sutileza, los detalles discretos y los colores suaves, como los tonos pastel que evocan la noción de «dinero viejo», una representación visual de la elegancia perdurable.
Los colores pastel, con sus connotaciones de calma y serenidad, han emergido como un símbolo del nuevo estatus, alejándose del brillo y la ostentación de años anteriores. Estos tonos, asociados a la vida tranquila y refinada de quienes no necesitan hacer alarde de su riqueza, ahora dominan la moda masculina, buscando ofrecer un lujo accesible y aspiracional para todos. El lujo ya no está definido por lo que es visible, sino por lo que se sugiere.
Un porvenir en el que la simplicidad hace la distinción
Esta transición hacia un lujo más tranquilo y asequible no es solo un evento en la moda para hombres. También refleja un cambio más profundo en cómo la sociedad entiende el estatus y el éxito. Anteriormente, la moda estaba marcada por lo extravagante y llamativo, pero ahora adopta la noción de que la auténtica elegancia reside en la discreción y la mesura.
Este estilo de lujo, caracterizado por tonos delicados, superficies elegantes y una apariencia que sugiere la calma de la vida diaria, se establece como la nueva norma de prestigio para aquellos que persiguen algo más que la notoriedad y el exceso. El porvenir de la moda sugiere que lo que previamente se veía como exclusivo debido a su ostentación y visibilidad ahora da lugar a una percepción del lujo más reflexiva y tranquila, donde la simplicidad y la sofisticación se transforman en los nuevos símbolos del buen gusto.

