A un año de finalizar el mandato del presidente Gustavo Petro, el panorama económico de Colombia presenta una dualidad llamativa. Por un lado, los indicadores de crecimiento, empleo y actividad agropecuaria muestran avances concretos que superan las expectativas iniciales. Por otro, persisten interrogantes sobre la sostenibilidad fiscal del país y la ausencia de una hoja de ruta clara para consolidar esos logros.
En el acto de apertura de la nueva legislatura en el Congreso, el presidente elogió con fervor la gestión de su gobierno. Destacó la disminución de la inflación, la recuperación del sector agrícola y la mejora en las cifras de empleo. Sin embargo, el examen técnico de estos logros resalta aspectos significativos que sugieren una valoración más equitativa.
Disminuye la inflación, pero con cautela
Uno de los argumentos centrales del presidente fue la supuesta efectividad de su estrategia contra la inflación. De acuerdo con sus declaraciones, la tasa ha disminuido notablemente desde que comenzó su mandato. No obstante, en verdad su gobierno recibió una inflación del 10,21%, que subió a un máximo del 13,34% antes de descender a los actuales niveles, próximos al 4,8%.
El proceso de desaceleración inflacionaria ha estado fuertemente ligado a las decisiones del Banco de la República, particularmente el incremento de las tasas de interés, una medida que Petro ha criticado en reiteradas ocasiones. Aunque el mandatario rechaza esa vía por considerar que frena el crecimiento económico, los resultados parecen avalar su impacto en la contención de precios. La política monetaria ha sido clave para moderar la demanda interna y, por ende, el ritmo de los precios.
Avance agrícola y comportamiento del empleo
Uno de los ámbitos que ha experimentado un repunte significativo es el agrícola. La expansión del sector ha alcanzado casi el 8%, superando considerablemente su media histórica. Este avance se ha debido en parte a programas de financiamiento más accesibles y a un clima favorable para la agricultura. También se han proporcionado tasas de crédito preferenciales, lo que ha impulsado la actividad en áreas rurales.
En cuanto al empleo, la tasa de desocupación ha descendido al 9%, un nivel que, si bien sigue siendo alto en comparación con otros países de la región, se encuentra dentro de los parámetros habituales en Colombia. Este comportamiento ha sorprendido a quienes anticipaban una contracción en la creación de empleo tras el aumento real del salario mínimo decretado por el Gobierno. No obstante, preocupa la calidad del empleo generado y el repunte de la informalidad, aspectos que aún no han sido abordados con políticas estructurales.
Falta de dirección fiscal y riesgos crecientes
A pesar del balance positivo en algunos frentes, la mayor preocupación de los analistas se centra en el manejo fiscal. La deuda pública ha escalado al 63,8% del PIB, muy por encima del ancla establecida en 55%, lo que plantea serias dudas sobre la sostenibilidad de las finanzas del Estado. El Marco Fiscal de Mediano Plazo advierte que este equilibrio no se alcanzará, al menos, hasta dentro de una década.
El Gobierno ha optado por mantener el nivel de gasto sin ajustes significativos, lo cual ha generado alertas entre expertos y agencias calificadoras. A esto se suma el desajuste registrado en la proyección de ingresos del Estado, con un desfase sin precedentes de 70 billones de pesos en 2024. Aunque el recaudo ha mejorado en términos generales, persiste una brecha considerable entre lo presupuestado y lo efectivamente recaudado.
La industria y la transición energética: entre expectativas y retrocesos
Otro punto de debate ha sido el rumbo industrial del país. El presidente ha reiterado que su visión de futuro no incluye al sector petroquímico como eje central. Como ejemplo, citó la caída en la producción de carbón, que pasó de crecer un 7,8% en 2021 a contraerse un 13% en 2024. Esta decisión ha sido criticada por sectores que consideran que el carbón aún puede jugar un papel estratégico en la transición energética si se maneja de forma responsable.
A pesar de la disminución en las exportaciones mineras, las divisas generadas por el turismo extranjero ya superan a las del carbón, lo que el Gobierno considera una señal positiva del cambio de modelo productivo. Sin embargo, especialistas lamentan que no exista un plan estructurado para potenciar el turismo ni para atraer mayor inversión en sectores estratégicos.
Progresos significativos, aunque sin una estrategia definida
El incremento en el PIB, ubicado ahora en un 2,7%, muestra que la economía ha sabido seguir avanzando a pesar de las dificultades del entorno y los conflictos internos. No obstante, este progreso parece ser más resultado de factores inerciales que de un plan bien delineado por parte del gobierno. La ausencia de una estrategia precisa para la gestión fiscal, la inversión y el crecimiento económico sostenible es uno de los principales puntos débiles destacados por los expertos.
La administración del presidente Petro ha logrado avances concretos en sectores importantes como la agricultura y el empleo, pero se enfrenta a retos estructurales que demandan decisiones más decisivas y una planificación a futuro. La estabilidad macroeconómica, que actualmente es positiva, podría verse comprometida si no se abordan los problemas fiscales de forma inmediata y con un enfoque técnico. Con un año restante para el final de su mandato, el balance es, en líneas generales, positivo, aunque existen señales de advertencia que no deben pasarse por alto.

