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Islas caribeñas que otorgan ciudadanía a cambio de inversión en bienes raíces

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El Caribe se ha convertido en un destino codiciado no solo por sus paradisíacas playas y estilo de vida relajado, sino también por una práctica cada vez más común: la obtención de ciudadanía a través de la compra de propiedades inmobiliarias. Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, y Santa Lucía ofrecen programas de ciudadanía por inversión (CBI, por sus siglas en inglés), permitiendo a los compradores obtener un pasaporte caribeño con tan solo adquirir una propiedad que, en algunos casos, comienza en los 200,000 dólares.

La actividad, que ha aumentado notablemente en años recientes, atrae sobre todo a personas de naciones como Estados Unidos, Ucrania, Turquía, Nigeria y China, y se ha intensificado debido a la creciente inestabilidad política y social, especialmente en EE.UU. Estos programas no solo brindan el beneficio de obtener una nueva ciudadanía, sino que también permiten acceso sin necesidad de visa a más de 150 países, incluyendo el Reino Unido y la zona Schengen, lo que incrementa significativamente su atractivo para ciudadanos internacionales.

Un mercado inmobiliario en auge y la búsqueda de seguridad

De acuerdo con reportes recientes, las agencias de bienes raíces en Antigua experimentan dificultades para cubrir la creciente demanda de propiedades de lujo, que generalmente se adquieren con el propósito de obtener la ciudadanía. Nadia Dyson, representante de Luxury Locations, una de las agencias líderes en bienes raíces en Antigua, afirma que hasta un 70% de sus clientes tienen como objetivo principal conseguir la ciudadanía mediante su inversión. La mayoría de estos compradores son de Estados Unidos, donde el interés en estos programas de inversión ha aumentado debido a las tensiones políticas internas y a las inquietudes relacionadas con la seguridad.

El cambio en las tendencias de compra se ha hecho evidente. En el pasado, muchos compradores optaban por adquirir propiedades en el Caribe por razones de estilo de vida, pero ahora la adquisición de una propiedad se ha convertido en una forma directa de obtener una segunda nacionalidad, lo que permite a los compradores la libertad de moverse por el mundo sin restricciones. Dyson observa que, aunque el programa de Antigua no exige residencia, muchos compradores prefieren mudarse a tiempo completo a la isla.

La popularidad de estos programas radica en la facilidad que tienen las personas adineradas para adquirir una segunda ciudadanía sin renunciar a su nacionalidad actual, lo cual también es muy apreciado por los empresarios. Además, la ausencia de impuestos sobre las ganancias de capital, herencias e incluso sobre los ingresos en muchos de estos países, ha captado la atención de inversores a nivel mundial.

El impacto de la inestabilidad política y los beneficios de la ciudadanía

El incremento en la solicitud de pasaportes caribeños ha continuado en alza desde la aparición de la pandemia de COVID-19. Las limitaciones al viajar hicieron que las personas más adineradas comprendieran la relevancia de contar con varios pasaportes para eludir restricciones internacionales. La situación política interna en los EE.UU. también ha influido considerablemente. Luego de las elecciones de 2020 y 2024, varios estadounidenses consideraron los programas CBI como un «plan de respaldo» ante la intensificación de la polarización política, según comentó Dominic Volek, de la firma de consultoría Henley & Partners, quien ha registrado el aumento en las solicitudes de ciudadanía por medio de inversión de ciudadanos estadounidenses.

Este fenómeno no es privativo de los residentes de Estados Unidos; individuos de diversas regiones del mundo han optado por los programas de CBI en el Caribe para obtener una movilidad más flexible y, en ciertas ocasiones, para garantizar una «protección» frente a lo que perciben como riesgos a sus libertades civiles y de viaje en sus naciones de origen.

Polémicas y preocupaciones internacionales

A pesar del auge de estos programas, no han estado exentos de controversia. En 2012, cuando Antigua comenzó a vender pasaportes para ayudar a mejorar su economía, el concepto fue criticado por muchos dentro de la isla. Manifestantes salieron a las calles en señal de protesta, argumentando que se estaba «vendiendo» la identidad nacional a cambio de dinero, lo que generó un debate ético sobre la venta de la ciudadanía.

Además, los gobiernos de otros países del Caribe que no ofrecen estos programas, como San Vicente y las Granadinas, han expresado su desaprobación, y la comunidad internacional ha mostrado preocupación por la posibilidad de que estos programas sean utilizados para la evasión fiscal o actividades delictivas. La Unión Europea y Estados Unidos han señalado que están monitoreando de cerca los programas, y han amenazado con retirar los beneficios de acceso sin visado para los ciudadanos de los países caribeños si no se toman medidas más estrictas para supervisar a los solicitantes.

Un modelo económico para algunos, un desafío para otros

Aunque estos programas han enfrentado críticas y preocupaciones a nivel internacional, diversos países caribeños que los han implementado sostienen su relevancia económica. El líder de Dominica, Roosevelt Skerrit, junto con su par de Santa Lucía, Philip J Pierre, han manifestado que los programas de CBI son claros y que las inversiones han sido vitales para el desarrollo de infraestructuras y el impulso económico en sus naciones. En el escenario de Antigua, los recursos obtenidos por la comercialización de pasaportes han sido esenciales para evitar la bancarrota del país y costear proyectos importantes, tales como hospitales y construcciones de infraestructura.

Aunque los ingresos obtenidos del programa CBI representan entre el 10% y el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) de estas naciones, los gobiernos de la región se han visto obligados a equilibrar la necesidad de generar ingresos con la necesidad de garantizar que el proceso sea seguro y ético. En respuesta a las preocupaciones internacionales, las islas caribeñas han tomado medidas para reforzar la supervisión de los solicitantes de ciudadanía, incluyendo auditorías periódicas y entrevistas obligatorias.

Un balance cuidadoso entre el desarrollo económico y la ética

La obtención de ciudadanía a través de la inversión ha evolucionado de ser una medida económica disputada a convertirse en una fuente esencial de ingresos para ciertos países del Caribe. Aunque para algunos representa una oportunidad valiosa para lograr más libertad de tránsito y seguridad política, hay quienes plantean dudas sobre sus aspectos éticos y de seguridad. El porvenir de estas iniciativas de CBI estará determinado por la forma en que las naciones caribeñas logren balancear este aspecto, aplicando controles más rigurosos y manteniendo un enfoque que asegure la transparencia, al mismo tiempo que aprovechan las ventajas económicas de otorgar pasaportes.

Por Otilia Adame Luevano

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